
Los proyectos de obra civil abarcan toda clase de edificios, puentes, avenidas, ferrocarriles y, en general, estructuras de grandes dimensiones, y por ello suelen ser muy complejos. Las etapas que se llevan a cabo previamente son muy costosas, en cuanto a tiempo y dinero se refiere, e incluso suelen demorarse más que la propia fase de ejecución.
Contenidos
Fases del proyecto desde un punto de vista genérico
Cualquier iniciativa o proyecto de obra civil cuenta en principio con las siguientes fases genéricas:
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El diseño tiene en cuenta la planificación del proyecto, su estudio e investigación. Cada actividad ha de justificarse en términos de viabilidad y esto es lo que se lleva a cabo en esta fase desde un punto de vista financiero, sostenible y técnico.
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Una vez que se han establecido las bases del proyecto, la siguiente etapa se refiere a la licitación. Aquí, el proyecto se difundirá a los interesados (en caso de pertenencia propia) o se ofrecerá a una institución o contratista.
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La ejecución es la última etapa, donde se lleva a cabo precisamente la ejecución de la obra. Todos los conceptos y elementos que se han tenido en cuenta en las fases o etapas anteriores tendrán por fin su razón de ser dentro de un contexto determinado, pues un proyecto de tal envergadura puede referirse a la necesidad de una zona concreta, una comunidad, un territorio, una región o un país.
Diferentes etapas que intervienen en un proyecto de obra civil
Las tres fases o etapas anteriores son solo una referencia, porque la ejecución de un proyecto de obra civil, ya sea de tipo arquitectónico o de construcción, puede resultar mucho más complejo y resulta necesario profundizar algo más sobre el asunto.
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Para que una obra de ingeniería civil esté totalmente justificada, es necesario hacer referencia a una necesidad que cause impacto en el entorno en el que será levantada. Por tanto, lo primero de todo es identificar la necesidad o el motivo por el cual se requiere su construcción.
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La localización exacta resulta algo primordial. Hay que tener en cuenta que se requiere un lugar concreto para ejecutar la obra y que son muchos los elementos que van actuar en torno a ella (logística, costes, materiales, etcétera).
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Teniendo en cuenta los valores anteriores, hay que realizar un cálculo previo de toda la inversión e incluso se puede solicitar un presupuesto de todo el conjunto o de cada una de las fases de la obra.
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Una vez establecidos los cálculos, se han de considerar las posibilidades de financiación con las que se cuentan y analizar las más habituales, ya sean préstamos, créditos y subvenciones.
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Estudios de impacto ambiental y social, ese será el siguiente paso. La necesidad del proyecto ya ha sido determinada y ahora solo queda establecer los beneficios derivados del mismo, es decir, medir el impacto que tendrá en la sociedad o el entorno donde tendrá lugar.
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Los documentos a añadir no son sino los permisos y trámites necesarios que se han solicitado previamente a la ejecución.
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La fase de diseño entra en juego y es aquí donde se llevan a cabo los planos, bosquejos, diagramas y los cálculos necesarios para representar y visualizar el proyecto antes de ser ejecutado.
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Una vez satisfecho todo lo anterior, se procede a la construcción de la obra. Para ello hay que definir a los responsables de cada labor y asignar los recursos.